Si gritamos en una discusión, hemos perdido.
Joan Carles March. Tomado de Granada digital
“No es más fuerte la razón porque se diga a gritos”. Gritar durante una discusión no solo socava la eficacia de nuestro mensaje, sino que también muestra una falta de confianza en nuestra capacidad para expresar las ideas de manera tranquila y persuasiva, dejando al descubierto nuestra imperiosa necesidad de tener razón.
Nadie pone en duda que gritar no sirve para persuadir. Sin embargo, cuando estamos en una discusión elevamos la voz para hacer valer unos argumentos de los cuales nos sentimos incluso demasiado seguros.