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viernes, 4 de marzo de 2022

La Fábula de la Ostra y el Pez

 

Érase una vez una ostra y un pez. La ostra habitaba las aguas tranquilas de un fondo marino y era tal la belleza, colorido y armonía del movimiento de sus valvas que llamaban la atención de cuantos animales por allí pasaban. 

Un día acercó a pasar por el lugar un pez que quedó prendado al instante. Se sintió sumamente atraído por la ostra y deseó conocerla con todo su ser. Sintió un fuerte impulso de entrar en los más recónditos lugares de aquél animal misterioso. Y así, partió veloz y bruscamente hacia el corazón de la ostra, pero ésta cerró, también bruscamente, sus valvas. El pez, por más y más intentos que hacía para abrirlas con sus aletas y con su boca, aquellas más y más fuertemente se cerraban, pensó entonces en alejarse, esperar a cuando la ostra estuviera abierta, y en un descuido de ésta, entrar veloz sin darle tiempo a que cerrar sus valvas. Así lo hizo, pero de nuevo la ostra se cerró con brusquedad. La ostra era un animal extremadamente sensible y percibía cuantos mínimos cambios en el agua ocurrían, y así, cuando el pez iniciaba el movimiento de acercarse, ésta se percataba de ello y al instante cerraba sus valvas.

viernes, 15 de octubre de 2021

Sodisac. Historia de Iñaki.

 

SODISAC.

Todas las mañanas, al comenzar un nuevo día, todas las personas nos ponemos en el pecho en gran cartel de SODISAC. Vamos con él como si gritáramos a cuantos nos ven: “SOY UNA PERSONA DIGNA DE SER AMADA Y CAPAZ”. A medida que pasa el día, nuestro cartel crece o se hace más pequeño, todo depende de la forma en que las demás personas nos traten. Por ejemplo, cuando alguien hace o dice algo que nos hace sentirnos satisfechas de nosotras mismas, nuestro cartel crece (aumento). Cuando alguien dice o hace algo que nos hace sentirnos incapaces o menos dignas de ser apreciadas, nuestro cartel se hace un poco más pequeño (rasgón).

viernes, 8 de octubre de 2021

La fábula del aguilucho.

 

Érase una vez un granjero que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho malherido. Se lo llevó a su casa, lo curó y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a comportarse como estos.

 Un día, una naturalista que paseaba por allí le preguntó al granjero:

 - ¿Por qué este águila, el rey de todas las aves y pájaros, permanece encerrado en el corral con los pollos?.