IDEAS CLAVE SOBRE MOTIVACIÓN
No puede motivar quien no está motivado.
Sin motivación no hay aprendizaje.
La motivación no se activa de manera automática ni es privativa del inicio de la actividad o tarea, sino que abarca todo el episodio de enseñanza-aprendizaje.
Alumnado y profesorado deben realizar deliberadamente ciertas acciones, antes, durante y al final para que persista o se
incremente una disposición favorable hacia el aprendizaje.
Cada educando se
motiva por razones diferentes.
Lo que le funciona en un grupo puede no funcionar en otro.
Estrategias para captar la atención del alumnado y motivarlo
Alonso Tapia y Montero (1993) identifican 5 metas motivadoras en el proceso de enseñanza aprendizaje, relacionadas con:
La tarea: incrementar la propia competencia o disfrutar con la
realización de la tarea por su novedad o porque se experimenta el dominio de la
tarea.
Posibilidad de elegir: hacer la tarea
porque uno mismo la
ha
elegido.
La autoestima: conseguir una evaluación positiva de la
propia competencia o evitar una evaluación negativa de la
propia competencia.
Sociales: conseguir ser aceptado socialmente o evitar el rechazo.
Externas: conseguir cualquier cosa que pueda recompensar o evitar cualquier cosa que pueda ser aversiva.
José Escaño y María Gil de la Serna (2008), afirman
que las intervenciones más importantes que pueden realizar los docentes deben enfocarse a cinco puntos: crear un
proyecto personal, despertar interés por el tema de trabajo, fomentar el sentimiento de competencia, mostrar apoyo docente y sentir el apoyo de los compañeros.
Algunas estrategias que podemos utilizar para ello en un proceso formativo son:
AL INICIO DEL CURSO
Tener una actitud positiva: el docente debe mostrar esta actitud generando
un clima de confianza, cordialidad y de respeto.
Ser entusiasta
con su tema será crucial para la motivación
de los
participantes. El mejor entusiasmo del profesorado es el que se deriva de su
confianza, su identificación
con los
contenidos y un auténtico
placer por
enseñar.
Conocer
al alumnado: Tener información previa de ellos nos ayudará
a ajustar la programación a sus intereses y necesidades, si no se contase con dicha
información,
hay que extraerla al inicio del curso. Conocer sus
expectativas hacia el mismo, puede permitirnos no solo ajustar el contenido sino las actividades, habilidades a desarrollar y actitudes a trabajar. Además de convertirse en indicadores de evaluación al finalizar el mismo. Personalizar el
trato con el alumnado, aprendernos sus nombres, dedicarle un tiempo exclusivo para hablar con ellos sobre temas académicos o laborales.
Orientar la atención del alumnado hacia la tarea. Plantear el tema de forma atractiva, y
útil en su aplicación al puesto de trabajo y ordenada de menor a mayor dificultad. Dar a conocer el mapa de contenidos para que se
interiorice el esquema bajo el cual se va a ir construyendo el conocimiento.
Cuidar
los mensajes que se dan: el inicio del curso es fundamental. El alumnado está evaluando continuamente al docente y la primera impresión es muy importante. El cómo vestimos, nos movemos, comunicamos…
da información permanente sobre el mismo. Los receptores hacen sus valoraciones al respecto y enganchan o no.
Comunicar a los estudiantes las exigencias del curso para superarlo. Es positivo establecer con claridad lo que se le exige al alumnado
para poder superar el curso. Informar de los criterios de evaluación que se van a seguir, facilita
el
que
no haya
sorpresas
y
que
el
alumnado
asuma el
compromiso desde el principio.
DURANTE EL CURSO
Poner énfasis en el dominio y aprendizaje. Los investigadores recomiendan dejar de poner énfasis en las calificaciones eliminando sistemas
complejos de evaluación; también desaconsejan el uso de las calificaciones para comportamientos no académicos (ej. asistencia o no a clase). En vez de esto, valorar trabajos
escritos, valorar la satisfacción
personal
de
trabajos
realizados, y ayudar al alumnado a medir sus progresos.
Comunicar atendiendo
a los estilos
de aprendizaje, presentando la
información de diversas maneras. Visual, auditiva, o kinestésica (enfocada a los
sentimientos)
Diseñar pruebas que fomenten el tipo de aprendizaje
que se desea que
asuman. Si se busca la memorización,
se recurrirá al clásico examen, pero si lo que se pretende es desarrollar una habilidad concreta, habrá que diseñar pruebas que posibiliten expresar su nivel de desarrollo. El objetivo será siempre
que pueda aplicarlo a su puesto de trabajo.
Recompensar el éxito. Tanto los comentarios positivos o negativos influyen en la motivación, pero los estudiantes reaccionan mejor a través de un feedback positivo y el éxito.
Alabar
ayuda a construir la confianza, capacidad y autoestima del alumnado. Es importante reconocer los esfuerzos, incluso si los resultados no son buenos, trasmitiendo la confianza del docente de que serán
buenos en el futuro.
Generar conflictos cognitivos dentro del aula:
Plantear o
suscitar problemas que deban resolver, que activen su curiosidad e interés. Presentar información nueva, sorprendente, incongruente con los conocimientos previos para que éste sienta la necesidad de investigar y reacomodar sus esquemas
mentales. Comenzar las clases con preguntas, incógnitas o datos que despierten
el interés por el tema.
Utilizar ejemplos y un lenguaje familiar al alumnado: No significa no utilizar tecnicismos sino que se expliquen cuando se haga, de forma que el alumnado incorpore ese término de una manera fácil a su vocabulario.
Asimismo, utilizar ejemplos que los alumnos puedan relacionar con su contexto, sus experiencias y valores.
Variar los estímulos para mantener la atención: Es muy común que el profesorado divida la
clase en una parte teórica y otra práctica, esta fórmula de forma repetida
termina siendo rutinaria. Es importante
jugar con lo inesperado, que
el procedimiento no sea siempre el mismo, que nunca sepa qué va a venir
después. Por ello, el
docente deberá tener una amplia gama de estrategias de aprendizaje, técnicas y recursos
didácticos. Poner
una diapositiva tras otra
en un PowerPoint se puede hacer monótono y
aburrido.
Organizar
las actividades
en
grupos cooperativos: El grupo en sí mismo se puede convertir en un elemento motivador. Si hay buen clima en el grupo
redundará en que el alumnado quiera asistir a las clases y participar. Las actividades pueden ser exposiciones, debates, representaciones, investigaciones, etc. Lo importante es que permitirán tener diferentes puntos de vista, por lo cual
sus compañeros servirán de mediadores en su construcción del conocimiento.
Hacer que el
alumnado sea
participantes activos
a
la
hora de aprender. Aprender haciendo, construyendo, escribiendo, diseñando, creando, resolviendo... La pasividad perjudica la motivación y
la curiosidad de los estudiantes.
Dar el máximo de opciones posibles
de actuación para facilitar la
percepción de la autonomía: El alumnado, aún cuando sea parte de un grupo,
es un ser autónomo, que merece
ser
tomado en cuenta como tal; por lo cual, no debe
ser tratado como uno más en la masa. Se debe respetar su individualidad dejándolo actuar y pensar por sí mismo. Cuando sea posible, dar alguna posibilidad
de elección sobre lo que
está trabajando.
En
materia
de exposiciones,
materiales, unidades
alternativas,
etc. en todo aquello que refuerce su corresponsabilidad.
Mostrar las aplicaciones que pueden tener los conocimientos:
Ejemplificar mediante situaciones diarias la relevancia de los contenidos, para que
lo apliquen en su realidad. Si es posible, guiarlos para que sean ellos
quienes le encuentren sentido y digan para qué sirve.
Orientarlos para la búsqueda y comprobación de posibles medios para superar las dificultades que puedan tener en el aprendizaje.
Ayudar al alumnado a establecer sus propios objetivos, fortalece la automotivación. Cuando se facilita la toma de conciencia que le permite al alumno descubrir cómo puede crecer como persona y profesionalmente, la motivación intrínseca está servida. La evaluación de sus progresos, animando o criticando constructivamente su trabajo, analizando sus esfuerzos, sus debilidades... le servirá como aprendizaje para toda la vida.
Ser específico, cuando se haga una crítica negativa, nunca centrarse en la persona. Las críticas tienen efectos poderosos y pueden conducir a una atmósfera negativa en la clase. Cada vez que se identifique una debilidad, deja claro que se trata sobre una determinada función o tarea, nunca como persona. Combinar un comentario negativo con otros aspectos en los cuales el alumnado haya tenido resultados positivos.
Pedir que analicen lo que hace una clase sea más o menos motivadora. Sería algo así como aprovechar "los puntos fuertes y débiles" de la materia y del profesor para que este pueda introducir cambios y aprovechar todas sus potencialidades. Ver oportunidades en vez de peligros es un gran factor motivacional.
Mantener expectativas altas, pero realistas, sobre el alumnado. Las expectativas del docente hacia sus alumnos determinan cómo se comportan y lo que creen de ellos mismos.
Organizar
las evaluaciones
a lo largo
del curso,
de forma que el alumnado las consideren como una ocasión más para aprender y se acentúe la
propia comparación para maximizar la constatación de los avances.
Tratar de incrementar su confianza: emitir mensajes positivos para que el alumnado se siga esforzando en la medida de sus posibilidades.
A LA FINALIZACIÓN DEL CURSO
Dar no sólo calificaciones –información cuantitativa-, sino también
información cualitativa (aquello que se necesita mejorar o aprender).
Atribución de resultados a causas percibidas como internas, modificables y controlables. Ya que los acontecimientos se interpretan de acuerdo con las creencias. El resultado de esta interpretación es lo que origina la emoción.
Animar a aplicar en los respectivos puestos de trabajo lo aprendido y reforzar los avances obtenidos.
Tomado de Guía de contenidos de la actividad docente Habilidades Docentes. IAAP. 2014.
Video: Un pulso al fracaso. Documentos TV. ¿Qué estrategias motivacionales identificas en esta experiencia educativa?
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