El primero respondió: “Estoy cortando piedra en bloques”.
El segundo afirmó:
“ Pertenezco a un equipo que está construyendo una catedral”
La historia del martillo
Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda:
¿Qué?¿Y si no quiere prestármelo?....
Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser?...
Yo no le he hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta yo se la dejaría enseguida...
¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿ Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro?...
Tipos como este le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo....
Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir “buenos días”, nuestro hombre le grita furioso: ¡Quédese usted usted con su martillo, so penco!
Qué bonito!! Gracias por mostrarnos tantas cosas bonitas de la vida!
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